jueves, 18 de febrero de 2010

El Atleti hace el "indio" en la Europa League




Me encanta el Atlético de Madrid. Por muchas razones, pero en este caso porque suele dar mucho que hablar. Lo que pasa, es que de los rojiblancos se habla mucho y bien, o mucho y mal, a partes iguales prácticamente (dependiendo de la época claro). En este caso, en el partido al que voy a dedicar estos minutos de mi tiempo, el Atlético de Madrid mezcló a partes iguales, en un solo encuentro, el savoir faire (perdónenme la licencia en francés), con hacer el indio. En este caso, el juego de palabras me lo han dejado "a huevo" los tíos. Introduzco:

Se disputaba el partido de ida de los dieciseisavos de final de la Europa League, entre el ya mencionado Club Atlético de Madrid y el Galatasaray de Turquía.
Bueno, antes de ésto, hay que decir, que los de Quique Sánchez Flores llevaban unas semanas exhultantes, llenos de confianza. Se clasificaron para la final de la Copa de Su Majestad el Rey, que disputarán contra el Sevilla en nosesabetodavíaquécampo. Después vencieron a todo un Barcelona en el Vicente Calderón, 2 a 1, desplegando un juego de los que hacen afición al fútbol y neutralizando a un hexacampeón, eso sí, con algunas bajas muy importantes.

Dicho ésto, continúo con el partido de éste jueves, 18 de febrero de 2010. El Atleti salió con la confianza que da hacer las cosas bien durante varios partidos seguidos. Dominó el juego y puso en aprietos a la defensa turca, sobre todo a un veterano Servet Çetin, 44 veces internacional con el país otomano, que se resarció en la segunda mitad. Una defensa adelantada, un centro del campo casi omnipresente y una buena delantera, con uno de sus integrantes en racha, como es el utrerano José Antonio Reyes fueron suficientes (como para no serlo) argumentos para sentenciar que los colchoneros eran superiores en casi todas las facetas del juego. Había implicación total en todas las líneas y si uno fallaba al momento había otro que enmendaba ese error. Todo armonía vaya, un gusto y una buena forma de jugar al fútbol, muy entretenida, distinta por lo menos a la que en los últimos tiempos impera en nuestro fútbol. El caso es que, a falta de que las oportunidades se materializaran, cuando se produjo una falta a la izquierda de la portería defendida por Leo Franco, ex meta de los madrileños y desde este verano portero de los turcos, se colocaron Simao y Reyes para el lanzamiento. Unos 25 metros más o menos. Reyes, que está viviendo una segunda juventud con 26 años, que ya les gustaría a muchos poder tener segundas oportunidades en esta profesión, lanza el golpe franco directo a la portería del galatasaray, a la escuadra izquierda concretamente. El Calderón se cae. Las aguas vuelven a su cauce, pensó la mayoría. El equipo de Frank Rijkaar no tenía pinta de que pudiese arreglar nada la situación. Aunque quedaba mucho partido y ese tiempo en el Manzanares pasa muuy despacio.

El partido se fue al descanso y en la reanudación, más de lo mismo. El Atleti haciendo los deberes como un buen hijo y manteniendo la seriedad para defender ese buen resultado para el partido de vuelta. De pronto Forlán se marcha al banquillo. Quique decide sustituirle después de que el uruguayo se haya pegado un palizón entre liga, copa y competición europea. El Atleti pierde algo de peligro en sus intentonas atacantes, pero mantiene el tipo, todo está controlado, al menos por el momento. Y aquí empieza una serie de catastróficas desdichas, como la película (que para eso el presidente es productor), que desencadenarán en el 1 a 1. Doce minutos después de la salida de Forlán, y con el partido empezando a decantarse ligeramente del lado del Galatasaray, De Gea, el joven portero rojiblanco, realiza un saque desde su portería y se hace daño en la pierna. Un tirón. No parece muy grave pero tampoco parece que el chaval pueda continuar, porque de refilón, veo en la pantalla de mi TV que Sergio Asenjo está calentando para entrar a jugar, sustituyendo a su compañero lesionado. Así lo hace.
El frente atlético y todo el mundo despide a De gea con aplausos y recibe a Ansenjo coreando su nombre. Bellísimo gesto de una afición que sabe mimar y castigar como ninguna. Ojalá le hubiese servido de algo tanto ánimo al pobre Asenjo. El palentino no tuvo su noche y se notó prácticamente desde que se puso bajo los palos. Le faltó, tal vez, esa parada que da la confianza necesaria para terminar el partido. Pero esa ayuda no llegó. En la primera acción que dispuso el portero del Atleti de demostrar seguridad, casi le cuesta un gol a su equipo. Una mala salida y un choque con un compañero suyo hicieron que se oyesen "uys" en el estadio. A la siguiente oportunidad, un ex del Olympique de Lyon que estuvo muy activo en la segunda parte, Abdul Kader Keita, marfileño, asestó un duro golpe a los de Quique con un gol que no fue del todo culpa de Asenjo. Ujfalusi, el checo, que no había realizado un mal partido pero que sí que había necesitado más que otros la ayuda de sus compañeros a lo largo de la contienda, erro en su marcaje a Keita y Asenjo quedó muy desprotegido. En fin, que los indios se volvían a poner en plan manitú, cagándola como está mandado, dejándose chulear por un equipo que no es ni la mitad que ellos y complicándose la vuelta en un estadio, el Ali Sami Yen, que no se caracteriza por los gratos recibimientos a los rivales.
Por cierto. Me gustaría denunciar el comportamiento de algunos hinchas turcos, que encendieron bengalas (que están requeteprohibidas en un estadio) y provocaron altercados con algunos aficionados Atléticos, sin que la sangre llegase al río por fortuna. Pese a ello, seguramente la UEFA tomará las medidas necesarias para sancionar al club madrileño por no impedir la entrada de estos artefactos. Seguro que no se tomán tantas molestias en prevenir que en Estambul no se vuelvan a ver este tipo de "chismes".

Concluyo, para ir terminando, que el Atlético de Madrid ha mostrado sus dos versiones en un único partido, algo incomprensible en otro equipo, pero que llega a resultar casi esperado esta temporada entre los Agüero, Forlán, Simao, Reyes, De Gea, Antonio López y compañía. Esperemos que, en el partido de vuelta, no vuelvan a salirse con la suya los vaqueros.

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